Por su trabajo en la MAPP/OEA han podido conocer Colombia más que a sus propios países. Los funcionarios internacionales vuelcan su experiencia a la construcción de paz en el país.
Aún teniendo que dejar atrás sus países y sus familias, decenas de profesionales internacionales han decidido apostarle a la construcción de paz en Colombia a través de la Misión de Apoyo al Proceso de Paz (MAPP/OEA). La Misión siempre ha contado con funcionarios y funcionarias de varias nacionalidades, que en su mayoría se vincularon tras participar en convocatorias realizadas en sus propios países o mediante traslados voluntarios desde otras dependencias o misiones de la OEA.
Como oficiales internacionales o coordinadores de oficina regional, estos funcionarios han puesto al servicio del país sus conocimientos en áreas como resolución de conflictos, reintegración de excombatientes, implementación de acuerdos de paz, justicia transicional, derechos humanos, seguridad, políticas públicas y desarrollo.
Además de volcar su experiencia en las tareas de verificación y monitoreo realizadas por la MAPP/OEA, varios de ellos han tejido lazos familiares en el país, profundizando así sus vínculos con Colombia. Carlos González, quien llegó a la Misión en el 2006 proveniente de México, cuenta que “estar un largo tiempo conviviendo con esta cultura, con sus desafíos, sus generosidades, su folclor y su alegría hizo que hace rato dejara de sentirme extranjero. Tanto así, que aquí empecé mi familia, lo cual me hace sentir más comprometido con el territorio”.
Para otros, el trabajo en Colombia ha sido una oportunidad para seguir aportando sus conocimientos al servicio de la paz. Marta López, de nacionalidad española, así lo explica: “El hecho de trabajar en el mundo de la cooperación y el humanismo internacional es una opción de vida para la que muchos nos hemos formado. Uno se prepara para afrontar el hecho de que su familia esté lejos, porque siempre hay cosas importantes que hacer en estos procesos de construcción de paz”.
Los traslados frecuentes también les han permitido a estos profesionales comprender de mejor manera las dinámicas del país, caracterizadas por su diversidad. Christian Rodríguez, de nacionalidad boliviana, opina al respecto: “Uno va aprendiendo constantemente de las diferentes realidades de los territorios en Colombia. No es lo mismo la costa Caribe que la selva amazónica, así como no es lo mismo Guaviare que Antioquia. Cada una de estas regiones tiene dinámicas diferentes, por lo que uno tiene la oportunidad de aprender mucho sobre las diferencias culturales y el impacto diferenciado del conflicto en Colombia”.
El trabajo en la MAPP/OEA les ha dejado múltiples experiencias gratificantes a estos profesionales en distintas regiones. Algunas de ellas son el acompañamiento a la reintegración de los excombatientes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), el fortalecimiento de las organizaciones de víctimas, los aportes a la reforma a la Ley de Justicia y Paz, la formación de líderes comunitarios y el acompañamiento a la política pública de reparación.
La capacidad de incidencia que tiene la Misión ante las autoridades ha sido otro aliciente para las labores diarias de estos profesionales. En opinión de Rodríguez, “es muy satisfactorio sentir que, de una u otra manera, uno está generando un cambio en la realidad de las comunidades a través de la incidencia que se hace con las instituciones del nivel local, regional o nacional”.
Para varios de ellos, además, su papel en las distintas áreas de la MAPP/OEA se ha potenciado por la percepción positiva que tienen los actores nacionales frente a su imparcialidad, así como por su capacidad de ofrecer recomendaciones con base en experiencias comparadas, fruto de su participación en procesos de construcción de paz en otros países del continente.
El contacto con la realidad de las comunidades y las instituciones públicas también ha cambiado la percepción que muchos tenían de Colombia, limitada por las noticias de los hechos atroces ocurridos durante el conflicto armado que transmitían los medios de comunicación de sus propios países. Su estancia prolongada en el territorio les ha permitido conocer de primera mano las historias de resistencia de las comunidades, así como sus incansables luchas por la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición de violencias.
No obstante, el país también los ha marcado con hechos dolorosos, como los asesinatos de algunos de los hombres y mujeres valientes con los que se han relacionado en el marco de su trabajo. Entre ellos, el de la lideresa de restitución de tierras Yolanda Izquierdo, ocurrido en enero del 2007, y el del cineasta Mauricio Lezama, en mayo del 2019.
Al respecto, López opina: “Puede ser traumático ver asesinados a líderes y personas cercanas a quienes ni nuestro trabajo ni el suyo en favor de la paz han logrado blindar de la violencia”. Y agrega que “aunque estamos muy cercanos a las historias de dolor y tristeza, también lo estamos de la grandeza de la gente, que se sobrepone a su dolor y busca caminos alternativos de vida”.
La permanencia de estos profesionales en la MAPP/OEA, además de su decidido apoyo a las comunidades locales, da cuenta de su compromiso con la paz de Colombia, al servicio de la cual han puesto su vida, conocimientos y creatividad.