En el 2004 la MAPP/OEA llegó a Colombia para apoyar el anhelo de paz. Dese entonces, como acompañante cercano de distintos procesos, ha sido testigo privilegiado de grandes avances y también de graves obstáculos que aún ponen en riesgo este propósito.
Por más de medio siglo, Colombia ha sufrido los más duros embates del conflicto armado interno. A inicios del milenio, cuando millones de colombianas y colombianos sufrían graves violaciones a los derechos humanos, el país inició una nueva etapa en la búsqueda de la paz. En el 2002, el Gobierno nacional y grupos de autodefensa iniciaron un proceso de diálogo, condicionado a un cese unilateral de acciones violentas y alto al fuego, aceptado por las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
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Poco más de un año después, cuando la opinión pública arreciaba las críticas por la falta de verificación del cese, y ante la solicitud del Estado colombiano, la Organización de los Estados Americanos (OEA) aceptó contribuir al proceso. En febrero del 2004, el Consejo Permanente de la Organización autorizó la creación de una misión en Colombia, que se convirtió en la primera experiencia de verificación internacional de un cese de hostilidades en el país.
Fue así como se instaló la Misión de Apoyo al Proceso de Paz (MAPP/OEA), que a lo largo de esos tres lustros de trabajo ininterrumpido en Colombia ha apoyado, además, procesos con diferentes guerrillas: el acompañamiento a la desmovilización del Ejército Revolucionario Guevarista (ERG), en el 2008; el monitoreo y acompañamiento al Gobierno y comunidades colombianas en la implementación de los Acuerdos de Paz alcanzados con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP), desde el 2016, y la Mesa de Diálogos entre el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), en el 2017.
Durante estos 15 años, la Misión ha puesto en práctica en Colombia la experiencia acumulada de la OEA en el apoyo a la resolución de conflictos y procesos de paz en Centro y Sudamérica, al tiempo que ha desarrollado una identidad propia, a partir de la presencia permanente y la experiencia ganada con el trasegar de los territorios y en el contacto cercano con todos los actores involucrados en la construcción de paz, especialmente con las comunidades, las víctimas y las instituciones.
El conocimiento a profundidad de las dinámicas y de los territorios ha caracterizado siempre a la MAPP/OEA. Desde su llegada al país, la Misión ha estado directamente en las zonas rurales afectadas por el conflicto armado, la criminalidad y la inequidad, en donde entabla un diálogo constante con los actores sociales e institucionales, hombres y mujeres, como campesinos, maestros, alcaldes, personeros, autoridades judiciales, víctimas, comunidades indígenas y afro, periodistas, líderes y lideresas sociales y fuerza pública, entre otros.
Con el monitoreo se recogen las percepciones y las valoraciones sobre el impacto de políticas de paz, así como sobre las condiciones y dinámicas del territorio. De esta manera, la Misión realiza una radiografía completa, objetiva e imparcial, en tiempo real, a la que suma análisis y recomendaciones dirigidas a los tomadores de decisiones.
La MAPP/OEA ha mantenido un bajo perfil en la difícil tarea de monitorear y acompañar las políticas e iniciativas de paz. Por eso, trabaja de forma discreta y proactiva en los ámbitos de su mandato, lo que le ha permitido convertirse también en un mecanismo de apoyo y confianza, en especial para las comunidades y las víctimas, que se sienten escuchadas y acompañadas en los territorios. Así mismo, a largo de estos años la Misión ha apoyado a las organizaciones sociales, comunitarias, étnicas, de mujeres y jóvenes a fortalecer sus capacidades y empoderarse para participar en escenarios públicos de construcción de paz y reivindicación de derechos.
En cuanto al Estado, la Misión ha venido instando y apoyando a las instituciones para que lleguen, de manera integral, articulada e informada, a los territorios afectados, donde su presencia ha sido débil o limitada exclusivamente a las fuerza pública. Y es que desde su llegada a Colombia, la MAPP/OEA ha impulsado y facilitado el acercamiento, la articulación y el diálogo entre el Estado y las comunidades, contribuyendo así a la generación de sincronías para la paz.
La MAPP/OEA ha trabajado en diversas áreas y temáticas de la construcción de paz, como condiciones de seguridad y afectaciones a las comunidades; impactos de la implementación de las políticas de paz; Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR); justicia transicional con enfoque de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición; restitución de tierras y territorios; conflictividad social y diálogo social; participación ciudadana, con énfasis en el fortalecimiento a la participación de mujeres y víctimas, entre otros. En estos asuntos, la Misión plantea avances, desafíos y amenazas para los procesos en los territorios.
De manera consistente, la Misión ha lanzado alertas dirigidas a las instituciones, y en sus informes públicos periódicos ha llamado la atención de la opinión en su conjunto sobre los principales riesgos que amenazan el proceso de paz y la seguridad de la población civil. El asesinato de líderes y lideresas sociales, comunitarios, étnicos y de víctimas, el asesinato de ex combatientes, el rearme de estructuras posdesmovilización, la cooptación y disputa de territorios por grupos armados ilegales y criminales, las graves consecuencias humanitarias para las poblaciones y las dificultades en la reparación colectiva de víctimas, han sido algunas de estas alertas.
La MAPP/OEA también ha señalado los notables avances para la paz. En concepto de la Misión, se han constatado cambios, no solo a raíz de acuerdos de paz con las AUC y las FARC-EP, sino en la visibilización y dignificación de las víctimas del conflicto armado, la apertura de espacios políticos a amplios sectores de la ciudadanía históricamente marginalizados, el resurgimiento y la canalización de agendas sociales postergadas, y la construcción de una infraestructura jurídica y normativa para abordar procesos de justicia y reparación.
En este largo esfuerzo, la MAPP/OEA ha sumado incontables aliados, como diferentes países que han manifestado su voluntad de apoyar a Colombia a través de la Misión. Esto ha contribuido a construir y consolidar un modelo que le ha sido útil al país y que puede aportar a otros países del hemisferio.
Los innegables avances que ha tenido Colombia son la base para seguir construyendo escenarios de paz. Acompañar al pueblo colombiano en este esfuerzo ha sido, es y seguirá siendo el compromiso de la MAPP/OEA.