Escuelas de líderes constructores de paz

Nordeste de Antioquia
Antioquia

No hay un HECHO DE PAZ más contundente que la educación. En 16 escuelas del departamento de Antioquia no se enseña historia ni matemáticas, y sus alumnos no son menores de edad, sino integrantes de Juntas de Acción Comunal, organizaciones de mujeres, miembros de comunidades afrocolombianas e indígenas, personas LGBTI o personeros estudiantiles. Se trata de las “Escuelas de líderes constructores de paz”, en las que han participado más de seiscientas personas. 

En medio de las dificultades propias de la Colombia rural, diversas poblaciones han encontrado maneras de resistir los impactos de la guerra, sobreponerse al abandono estatal y al accionar de los grupos armados ilegales, y permanecer en los territorios. En ese desafío juegan un rol fundamental los liderazgos locales, que a punta de esfuerzo y convicción han logrado mantener cohesionadas a las comunidades, contribuir a su organización y emprender reivindicaciones como el desarrollo y la garantía de derechos. 

En el marco del monitoreo constante, la Misión de Apoyo al Proceso de Paz (MAPP/OEA) ha constatado con preocupación que los líderes y lideresas sociales, ambientales, comunales, rurales y étnicos son víctimas frecuentes de graves amenazas y afectaciones en sus territorios, como homicidios, intimidación, desplazamiento, desapariciones forzadas, señalamiento y estigmatización, por grupos armados ilegales y terceros con intereses diversos. 

Pero el desescalamiento del conflicto armado en vastas regiones del país, a raíz del proceso de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP, también ha abierto nuevas oportunidades. El nordeste de Antioquia, compuesto por 10 municipios, es uno de esos territorios. Allí, a través de los defensores comunitarios, la Defensoría del Pueblo identificó en el 2016 la necesidad de adelantar un proceso de formación de liderazgos locales para fortalecer sus espacios de participación y dejar capacidades instaladas. 

Así surgió la “Escuela de líderes constructores de paz”, un espacio para fortalecer talentos, hacer un trabajo de prevención directamente en los territorios y reforzar la interlocución con las instituciones del Estado, a través del conocimiento. 

Ese mismo año, la MAPP/OEA se sumó al proceso, suministrando apoyo técnico y financiero y asumiendo la secretaría de un comité interinstitucional, que ha sumado el concurso de diversas entidades públicas y privadas, así como de agencias de cooperación.1 

La Escuela se extendió a otros municipios y subregiones de Antioquia. Se ha desarrollado en zonas con vocación minera o campesina, así como en otras donde hay problemas relacionados con el acceso a la tierra o con la sustitución de cultivos ilícitos. 

Los módulos de formación incluyeron temas relacionados con el Acuerdo Final de paz; la estructura del Estado; los mecanismos de participación ciudadana, protección de derechos y control de recursos públicos; liderazgo; resolución pacífica de conflictos; elaboración de proyectos, y derechos de las mujeres. De acuerdo con la dinámica de cada zona se seleccionaron, junto a las comunidades, los temas de capacitación. 

Diversos liderazgos rurales se vincularon a la Escuela. Entre ellos, presidentes de Juntas de Acción Comunal, integrantes de organizaciones de mujeres, miembros de comunidades afrocolombianas e indígenas, personas LGBTI y personeros estudiantiles. 

Algunos de ellos asumieron el proceso de formación con tal compromiso que las grandes distancias y travesías propias de la ruralidad no impidieron su asistencia. Ana Castaño, lideresa de la vereda Los Trozos, del municipio de Anorí, explica que “para ir a la Escuela son más de tres horas de camino. Muchas veces se crecía el río y nos tocaba amanecer donde un vecino, porque no alcanzábamos a llegar a la casa. De todas formas hacíamos el esfuerzo, porque necesitábamos los conocimientos sobre derechos humanos y liderazgo”. 

Para algunos de los líderes y lideresas, esos conocimientos son fundamentales para la construcción de paz. Así lo refiere Jorge Ortiz, presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda El Carmín: “La paz suena en Colombia desde que yo nací. Pero en este momento por el que estamos pasando, en el que verdaderamente se dio un proceso de dejación de armas de las FARC, un líder constructor de paz es muy importante. Por eso, es necesario que en espacios como la Escuela aprendamos lo básico de la Constitución, los derechos fundamentales de nosotros como ciudadanos”. 

El proceso, además, motivó a varios de los asistentes a participar en los escenarios de construcción de los instrumentos de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) y del Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (PNIS). Ambos fueron creados en virtud del Acuerdo Final de paz entre el Gobierno y las FARC-EP, con los objetivos de mejorar la calidad de vida de los pobladores rurales y de contribuir a resolver de manera integral el problema de las drogas. 

La formación recibida en la Escuela les permitió a otros líderes poner en la agenda de sus comunidades temas de gran importancia, como la igualdad de género. Celina Sirocama Gómez, gobernadora de un cabildo del pueblo indígena Emberá-Chamí, explica que “en mi comunidad los hombres no sabían qué era enfoque diferencial de género. Pero ya conocen, porque yo les explico lo que aprendí en la Escuela de Líderes por medio de talleres, preguntas y juegos”. 

En Anorí, la Escuela también generó un aumento de la interlocución entre los líderes y las autoridades. El personero municipal, Andrés Ciro, asegura que “en las entidades públicas del municipio hemos podido observar un cambio en la participación ciudadana de los líderes de la zona rural, porque a partir de la Escuela las personas empezaron a buscar la institucionalidad. En la Personería, por ejemplo, aumentó la recepción de derechos de petición y acciones de tutela”. 

Para el 2018 se habían puesto en marcha 16 Escuelas en el departamento de Antioquia, en las que participaron más de seiscientas personas, que durante las jornadas recibieron materiales y alimentación. Este proceso sigue adelante, promoviendo talentos y generando puentes para la paz, no solo entre las comunidades y las instituciones, sino entre los pobladores de distintas veredas y corregimientos rurales.