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El Tiempo: OEA confirma movimientos del Eln y bandas a zonas que eran de Farc

robertoRoberto Menéndez, el jefe de la Misión de Apoyo de la OEA al proceso de paz en Colombia (MAPP/OEA), lanzó una alerta que sus equipos en las regiones vienen constatando: en las zonas de las que se están retirando las Farc están apareciendo nuevos actores armados ilegales.


Menéndez señala que la OEA y su Misión están listas para colaborar con el proceso de paz que ya se finiquitó con las Farc y en el que eventualmente despegue con el Eln.


La Misión lleva más de 12 años en el país en las zonas más afectadas por el conflicto. Ahora, con el proceso con las Farc, ¿cuál será su papel?


Al día siguiente de la firma del Acuerdo de Paz en Cartagena, el Gobierno expresó públicamente su deseo de que la Misión continúe en el país aportando al proceso de paz. Con dicho fin, extendió la presencia de la Misión hasta diciembre del 2018, encargándole a su vez nuevas y relevantes funciones en la etapa de posconflicto, que constituyen un aporte al fortalecimiento del proceso en cuanto implican acciones de monitoreo en zonas del país que son de la mayor importancia.


Entre ellas, las que dejarán las Farc, los lugares donde ejerce influencia el Eln y los territorios donde operan las bandas. Además, Mapp-OEA continuará haciendo un monitoreo de la conflictividad social, la política de restitución de tierras con enfoque étnico, reparación colectiva, sobre las condiciones carcelarias y penitenciarias.


¿Qué está pasando en las regiones de cara al proceso de paz con las Farc y uno eventual con el Eln?


Las bandas criminales tienen más influencia en áreas urbanas y cuando aparecen en áreas rurales generalmente tienen interés en desarrollar actividades relacionadas con el narcotráfico y la minería ilegal. Una región que llama mucho la atención es la de los Llanos Orientales.


Allá las comunidades manifiestan permanentes reacomodos del llamado bloque Meta, del ‘Libertadores del Vichada’ y de otra estructura que es conocida en la región como el ‘Renacer de los Buitragueños’, en el sur del Casanare. El hecho de que las comunidades reconozcan grupos que podrían estar directamente relacionados con estructuras paramilitares del pasado, da cuenta de la complejidad del fenómeno que se vive hoy. La aspiración a la toma del control absoluto por parte de las ‘bacrim’ es una hipótesis que no se puede descartar, en tanto la salida de las Farc de los territorios no conlleve la inmediata recuperación de los territorios por el Estado.


¿La Misión ha detectado reacomodamientos del Eln y las bandas tras la movilización de las Farc a las zonas de preagrupamiento?


La Misión ha podido constatar movimientos del Eln hacia zonas en las que su presencia había sido mínima o inexistente en municipios de departamentos como el Meta, Vichada o Nariño. La aparición de banderas del Eln o los ataques a la Fuerza Pública de los cuales el responsable sería el Eln son situaciones que han elevado los temores de las comunidades. Se han identificado dinámicas similares en el Urabá antioqueño. Comunidades rurales del municipio de Apartadó han manifestado su preocupación por la llegada a veredas de antiguo dominio de las Farc de grupos que identifican como miembros de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (el ‘clan Úsuga’).


Hay versiones sobre acuerdos de Farc y Eln en algunas regiones. ¿Se ha evidenciado algo de esto?


Es muy difícil determinar si dichas dinámicas obedecen a una ‘cesión oficial de territorios’, por expresarlo de alguna manera. Lo que sí se ha logrado identificar son reconfiguraciones en los territorios, producto de las dinámicas que refería anteriormente. Las evidencias de dichos reacomodamientos son percibidas por las comunidades por la aparición de grafitis, presencia física y convocatorias a reuniones con pobladores en las que se percibe una presencia activa del Eln. Eso está pasando en Arauca, donde la presencia de los frentes 10 y 45 de las Farc ya es mínima y el actor protagónico de incidencia ha pasado a ser el Eln.


¿Podría darse una disputa por territorios? ¿Se está dando?


Sí, la disputa de territorios ya se viene dando, por ejemplo, en el bajo Cauca antioqueño, donde los corredores de movilidad y los espacios geográficos para los cultivos ilícitos y la minería son importantes renglones económicos por controlar. Asimismo, en la región del Alto Baudó, Chocó, hubo enfrentamientos armados que causaron desplazamientos masivos de población hacia algunos centros poblados cercanos. Otras zonas del país donde se han venido reportando este tipo de enfrentamientos son las cuencas de Truandó y Salaquí, donde desde la incursión de las Autodefensas Gaitanistas en septiembre del 2015 se han registrado múltiples enfrentamientos entre grupos de guerrilla y bandas criminales, aparentemente por el trazado de nuevas rutas de movilidad hacia el Pacífico.


¿Cómo se afecta el negocio del narcotráfico en el país en un eventual escenario sin las grandes guerrillas?


Se podría inferir, de acuerdo a lo recabado en los territorios, que el concepto de ‘grandes guerrillas’ o ‘grandes grupos armados organizados’ no es la tendencia en estos momentos. Es común identificar dinámicas según las cuales hay fragmentación dentro de las estructuras armadas, la instrumentalización de otros grupos más pequeños y el pago por el desarrollo de actividades criminales, modalidad que más beneficia la supervivencia de estas organizaciones.


Tampoco es muy evidente que exista interés de levantar el perfil de sus jefes y, en ese sentido, el anonimato es la figura que más se detecta. En ese orden de ideas, con las guerrillas o sin ellas, las cadenas de la criminalidad continuarán funcionando hasta que se logren condiciones mínimas y suficientes en materia de seguridad y de oportunidades socio-económicas que desincentiven la participación de estas comunidades en actividades como el narcotráfico y la minería ilegal.


La lógica que se puede percibir en los territorios es que cuanto menos actores armados ilegales haya en los territorios se pueden producir más ganancias ilegales para los comprometidos en estas actividades. Es muy importante que el Estado colombiano incremente la efectividad que ha logrado en numerosos territorios frente estos riesgos, para que estas expresiones de violencia no incrementen su poder ni sus zonas de operación y no se conviertan en amenazas más fuertes para el posconflicto.


¿Cuál es la verdadera capacidad del Estado para ocupar y atender de manera integral los territorios históricamente influenciados por las guerrillas y las economías ilícitas?


La conveniencia de que las Farc y el Eln dejen las armas debe ser para las comunidades, no para las estructuras delincuenciales. Sin embargo, es importante reconocer que un proceso de paz efectivo con estas guerrillas dejaría espacios que, si no son eficazmente cubiertos por la presencia integral del Estado, serían una ventana de oportunidad para estas bandas criminales en términos de su expansión territorial y de control sobre las poblaciones.


KAREN BOHÓRQUEZ CONTRERAS
Redactora JUSTICIA

Fuente: El Tiempo


Para ver la entrevista en el medio, haga clic aquí

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