Comunales por la Paz, pedagogía radial en el Catatumbo

24 noviembre, 2020

A través de cinco capítulos difundidos por radios comunitarias, los liderazgos sociales y comunidades de esta zona del país fortalecen sus capacidades en Derechos Humanos, justicia transicional y la implementación de los Acuerdos de Paz.

Uno de los efectos más desafiantes de la pandemia en Colombia ha sido la interrupción de procesos organizativos en los territorios afectados por el conflicto armado y la criminalidad. La imposibilidad de hacer reuniones presenciales, de visitar veredas y corregimientos alejados, y de mantener un contacto constante con las comunidades vulneradas ha significado una ruptura en el tejido social y en la consolidación de las políticas de paz en estos lugares. 

Apelando a la poca conectividad y a los incipientes conocimientos tecnológicos, liderazgos sociales de varias zonas del país han intentado contener este impacto. Han desarrollado, de la mano de la institucionalidad y de organismos internacionales, mecanismos para encontrarse, continuar los procesos de articulación y no detenerse en la búsqueda de sociedades más equitativas, con participación de todos los sectores, en el camino hacia la construcción de Paz. 

Este es el caso de la región del Catatumbo. En una alianza liderada por la Secretaría de Gobierno de la Gobernación de Norte de Santander, decenas de hombres y mujeres constructores de paz en el territorio están fortaleciendo sus capacidades para dialogar, resolver conflictos, reforzar sus conocimientos en los espacios de participación para construir una paz duradera y tener herramientas para acercar a la institucionalidad a su territorio. 

Lo están haciendo a través de dos canales: un aula virtual y una serie radial que se transmite semanalmente a través de las siete emisoras que conforman la red de radios comunitarias del Catatumbo.  

En esta serie, instituciones como la Jurisdicción Especial para la Paz, la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Agencia para la Renovación del Territorio, la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y la Unidad Nacional de Protección le cuentan a la audiencia su mandato, responden dudas de las y los oyentes, y difunden información útil para que las personas de los territorios puedan acceder a las rutas de atención y participar en la construcción de políticas de Paz en el Catatumbo. 

Esta estrategia territorial tiene como objetivo aportar conocimientos base a los líderes y lideresas comunales en temas relacionados con la construcción de la paz y el acceso a derechos. También, generar herramientas propias para el ejercicio de liderazgo comunal con un énfasis en el territorio y en los espacios de participación relacionados al PDET y los Consejos Municipales de Paz. Así mismo, el proyecto pretende acercar la institucionalidad al territorio y finalmente rodear la labor de las y los líderes comunales en sus funciones como grupo motor, grupo veedor, consejeros y consejeras de paz y demás procesos de participación de relevancia para el territorio. 

La MAPP/OEA hace parte de una cadena de aliados internacionales, entre los que se encuentran de la Cooperación Alemana GIZ y el Programa de Derechos Humanos de USAID. 

La Misión está convencida que la construcción de Paz es un desafío inaplazable, aún en este escenario de confinamiento y restricciones a la movilidad. Por eso, su equipo en el territorio conduce los espacios radiales, sirve de puente entre la institucionalidad y los liderazgos sociales, y facilita su interacción. 

La radio se ha convertido en uno de los medios para seguir conectando con las comunidades más apartadas del país, y en una herramienta fundamental para conservar los vínculos construidos durante 16 años en el territorio. La MAPP/OEA seguirá trabajando en la urgente tarea de construir una paz completa, plural y diversa en Colombia. 

Mujeres del Norte de Santander plantean iniciativas de paz desde la equidad

31 octubre, 2018

Más de 100 mujeres pertenecientes a la comunidad de Convención, en el Norte de Santander, participaron en un Taller de Género y Construcción de Paz en el marco de las actividades propuestas por el Consejo Municipal de Paz, Convivencia y Reconciliación para la Semana por la Paz.

Este encuentro se desarrolló con el objetivo de generar un espacio de reflexión y diálogo sobre los procesos de participación social y política de las mujeres en la región, como aporte a la construcción de paz en los territorios.

Durante la jornada se realizaron ejercicios de construcción colectiva de conceptos relacionados con género, roles y estereotipos, así como una socialización de las rutas de atención en casos de violencia de género para el reconocimiento y apropiación de las mismas.

A su vez, se realizaron ejercicios de reconocimiento histórico sobre los espacios de la participación de las mujeres en el ámbito social y político del país, a la par que se reflexionó sobre los retos de la implementación de los acuerdos en relación a los temas de género y se plantearon las posibilidades de involucramiento de las mujeres excombatientes en diversos espacios de participación e incidencia.

Este taller se llevó a cabo gracias a la iniciativa de la Administración Municipal, la Secretaria de Gobierno y la Comisaria de Familia de la región, y contó con el apoyo de la Misión de Apoyo al Proceso de Paz (MAPP/OEA), PNUD Colombia y la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia.

Como resultado de este encuentro, las madres lideresas de Familias en Acción realizaran ejercicios de réplica en sus comunidades para dar a conocer en la región los conceptos y conocimientos compartidos con las instituciones participantes.

Mediante estos espacios, la MAPP/OEA busca visibilizar y reflexionar sobre los retos que enfrentan las mujeres en los territorios en torno a su participación e incidencia local, con el fin de generar espacios de fortalecimiento de sus habilidades y el desarrollo de iniciativas que incorporen una perspectiva diferencial de género para la construcción de paz en Colombia.

Fortalecimiento de justicia del pueblo Barí

2 octubre, 2018

Con la participación de 20 autoridades indígenas, la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia (MAPP/OEA) inició este lunes el proceso para fortalecer el gobierno y justicia propia del pueblo Barí. Esta iniciativa se enmarca en el Ejercicio Nación, que busca el reconocimiento y consolidación de los usos y costumbres de la Nación Barí, cuyos miembros habitan, principalmente, en el departamento de Norte de Santander.

Para este primer encuentro, la Misión realizó una introducción pedagógica de la normativa nacional e internacional sobre la jurisdicción especial indígena, así como sobre sus alcances, competencias y límites. Así mismo, se explicaron las posibilidades y dificultades que existen en materia de coordinación con la jurisdicción ordinaria y los retos de la aplicación de la justicia propia.

El objetivo de estos espacios es abrir el diálogo entre las autoridades Barí, para que conversen sobre los conceptos de justicia en su comunidad y discutan sobre sus mecanismos de aplicación, las conductas consideradas problemáticas en el territorio, los actores que intervienen en el proceso y su coordinación con las entidades nacionales.

Para la cosmovisión Barí, los saberes ancestrales explican la existencia, y plasman “todo lo que sale del corazón del hombre como representación de la protección hacia el mundo que rodea”. Estos saberes representan el conjunto de sus sentimientos, así como “la unión y fusión” que tienen con la naturaleza.

En este espacio, igualmente, se pudo generar un plan de trabajo conjunto entre la MAPP/OEA y el pueblo Barí, con el objeto de continuar afianzando el proceso de fortalecimiento de sus instituciones de justicia. Este proyecto hace parte de las actividades realizadas por la MAPP/OEA en el marco de las líneas de interjurisdiccionalidad y de fortalecimiento al Derecho Propio y responden al mandato de la Misión renovado en el año 2017.

EL ESPECTADOR: La situación en el Catatumbo “es una violación al Derecho Internacional Humanitario”: OEA

18 abril, 2018

La Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia (MAPP) de la Organización de los Estados Americanos (OEA) expresó su preocupación por la situación vivida en el Catatumbo (Norte de Santander) donde continúan los ataques entre los grupos armados ilegales del Eln y una disidencia del Epl. La organización hizo un llamado a los implicados en el conflicto y pidió el cese de los ataques violentos para velar por el respeto a los derechos y la integridad de los habitantes de la zona.

La Organización constató la continuidad de las hostilidades, especialmente en los sitios conocidos como Filogringo, San Pablo, Mesitas y La Primavera, entre otras veredas. En la subregión se denuncian homicidios, desplazamiento forzado y secuestros. Incluso, en el transcurso de esta semana se suspendieron las actividades en las escuelas locales, ya que sería peligroso el tránsito de menores de edad en la zona.

La Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia señaló que el actual paro armado constituye una violación al Derecho Internacional Humanitario, pues se involucra población civil en actos de guerra. De igual forma, las organizaciones comunitarias han manifestado ser víctimas de constantes amenazas a sus líderes.

Por su parte, la disidencia del Epl envió un comunicado el pasado 17 de marzo, en el que informaba que no van a interrumpir las ataques al Eln en el territorio. “Ustedes quisieron llevar nuestras diferencias políticas al plano militar y en el plano militar nos veremos. En el territorio hemos estado y ahí nos quedaremos, cueste lo que nos cueste”. La situación es cada vez peor, tanto así que, el pasado 16 de abril, el gobernador de Norte de Santander decretó una situación de emergencia en la zona.

La Defensoría del Pueblo también se manifestó al respecto. “La reconfiguración de la dinámica armada en el territorio ha conllevado varios hechos de violencia con afectaciones directas sobre la población civil, generando desplazamientos forzados, amenazas, secuestros, confinamiento, restricciones a la movilidad e impidiendo el acceso a bienes y servicios básicos como la salud y la educación”, señaló la entidad.

Finalmente, la Misión de Apoyo confirmó su presencia y seguimiento en el Catatumbo y resaltó las iniciativas de paz y diálogo que las diferentes organizaciones sociales, campesinas e indígenas han promovido a pesar de la grave situación en la que se encuentra en este momento la zona, históricamente enmarcada en el conflicto armado en Colombia.

EL TIEMPO: Mapp-OEA pide a los grupos armados cesar la violencia

La Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia de la Organización de los Estados Americanos (Mapp-OEA) condenó las graves afectaciones que sufre la población civil de diferentes veredas de El Tarra, San Calixto, Hacari, Teorama, Convención, Sardinata, Tibú y en general del Catatumbo, a raíz de los enfrentamientos entre grupos armados ilegales.

“La Misión ha constatado en terreno que las hostilidades entre grupos ilegales continúan y, con ello, las afectaciones a la población civil en Filogringo, San Pablo, Mesitas y La Primavera, entre otras veredas y corregimientos de esta región del Norte de Santander. Además de homicidios, desplazamientos forzados y secuestros, se han generado restricciones a la movilidad y confinamientos de comunidades intimidadas por el accionar de las estructuras ilegales”, señaló en un comunicado.

La Mapp-OEA hizo un llamado a los grupos armados ilegales “a cesar la violencia y a respetar los derechos y la integridad de las comunidades”. “El actual paro armado constituye una violación flagrante del Derecho Internacional Humanitario, al involucrar a la población civil en actos de guerra. Servicios de primera necesidad, como la atención hospitalaria y el funcionamiento de los colegios y escuelas, también se han visto seriamente amenazados y afectados por el accionar de estos grupos. Además, las organizaciones comunitarias han sido amedrentadas y atacadas, lo mismo que sus líderes y lideresas”, agregó.

Agregó que le preocupa que los hechos de victimización continúen o aumenten en el futuro cercano. También preocupa la emergencia social y humanitaria que enfrentan las poblaciones, así como la capacidad local para atenderla de manera oportuna e integral.

La misión hizo un llamado a las instituciones para redoblar los esfuerzos que están adelantando en la zona y al Gobierno para brindar una protección efectiva a la población y garantizar la no repetición de las afectaciones causadas por la violencia y la criminalidad, que históricamente han impactado a estas comunidades.

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EL TIEMPO: Una misión internacional de paz en territorio de conflicto

13 febrero, 2017

EL TIEMPO estuvo en el Catatumbo con la MAPP-OEA y habló con comunidad. Crónica desde campo.

Desde aquí, el país se ve diferente. La Colombia en guerra es una realidad y mantiene las calles empolvadas en un constante tránsito entre miedo y esperanza. Se sabe, por ejemplo, que en algunos pueblos, cuando se escucha el primer disparo desde la selva, hay que cerrar puertas y buscar resguardo hasta que terminen los hostigamientos contra el Ejército. También, es una regla implícita de vida nunca recorrer la región de noche o “respetar” los grafitis que aparecen en las fachadas.

Aquí la gente sabe que mientras en Bogotá se habla de paz, ellos hacen parte de una región en donde los grupos armados ilegales siguen activos en guerra. Y a pesar de los complejos conflictos con los cuales viven a diario y de todas las noticias negativas que llegan al centro del país, sus comunidades tienen presente también que algún día ese país en posconflicto que se ve en las noticias será el suyo.

Y trabajan para que lo sea. Los liderazgos comunitarios son, probablemente, el mecanismo más poderoso que tiene este territorio, no solo para mitigar el temor y la incertidumbre, sino para lograr el cambio.

Los líderes sociales repiten, incansablemente y con vehemencia, palabras como ‘concertación’, ‘participación’, ‘transformación’ y también ‘sustitución’. Consideran que allí está la clave para la paz en su región. Las comunidades, por su parte, saben escucharlos, rodearlos e interpelarlos. A ellos se suman los indígenas barí, habitantes ancestrales del territorio, quienes aportan su sabiduría y noción incluyente para la resolución pacífica de conflictos. Todos, desde sus visiones particulares, desarrollan planes autónomos para aportar a esta fase de transición que se vislumbra en el Catatumbo.

La región del Catatumbo, fronteriza con Venezuela y extendida por el departamento de Norte de Santander, ha sido y sigue siendo una zona de interés y disputa para los actores armados ilegales, precisamente por su carácter geoestratégico de frontera.

Están las Farc, el Eln, el Epl, bandas criminales como el ‘clan del Golfo’, paramilitares, narcotraficantes y contrabandistas de lado y lado de la frontera, quienes han aprovechado la débil presencia estatal para consolidarse a través del control de la economía ilegal, principalmente los cultivos de coca, el narcotráfico y el contrabando de gasolina. Todos ellos, a veces en alianzas y a veces por separado, manejan en mayor o menor medida los distintos eslabones de la economía local. También intimidan a través del dinero ilícito las extorsiones a la mayoría de los 11 municipios que conforman la región.

Aquí hay heridas de la guerra aún por sanar y un conflicto que sigue presente y deja nuevas víctimas. En La Gabarra, un corregimiento al norte de Tibú, la capital de la región, una mujer dice que hace más de diez años los paramilitares la violaron y producto del hecho tuvo una hija. Lo recuerda una y otra vez, sin parecer encontrar la calma que necesita. Y en Versalles, otro caserío pero al sur, en la entrada se levanta un imponente letrero de las Farc que nadie se atreve a retirar. Mientras que en el occidente, en el municipio de San Calixto, la vía estuvo interrumpida en diciembre por un carro bomba del Epl, y el Eln continúa con ataques a oleoductos y bloqueo de carreteras.

A estas dinámicas de conflicto, criminalidad y rentas ilegales se suma la pobreza. A pesar de ser una región rica en tierras fértiles y recursos mineros, la carencia de servicios básicos es evidente a medida que transitamos y nos adentramos en el territorio, al punto de que un habitante del corregimiento de Versalles señala que los del Catatumbo son “los hijos olvidados de Colombia”.

Las vías terciarias son en realidad largas trochas. Para transportar enfermos y heridos los pobladores han tenido que recurrir al uso de motos particulares, pues no hay ni ingresan ambulancias. No hay suficientes hospitales ni centros de salud. Y las escuelas, además de ser escasas, ofrecen hasta quinto de primaria o atienden a solo 30 estudiantes.

Esta falta de oportunidades de educación y empleo, sumada a la presión ejercida por los ilegales, ha hecho del cultivo de coca una de las principales fuentes de ingresos para los campesinos de la zona, quienes desde muy jóvenes empiezan a rasparla. Aun así, ellos saben que “lidiar con la mata de coca es lidiar con violencia”. De ahí su reiterada voluntad de sustituir los cultivos de uso ilícito por proyectos productivos concertados.

El terreno está abonado. Por un lado, existe la intención; por el otro, hay iniciativas locales de emprendimiento y asociatividad que, tan solo, necesitan ser potenciadas. “Nosotros no somos agricultores, somos cultivadores. Necesitamos que el Gobierno nos enseñe a producir la comida para alimentar al país. Ese es nuestro mayor deseo”, le dijo a EL TIEMPO uno de los líderes comunitarios del tema en el Catatumbo.

Sin embargo, el Estado aquí se ve únicamente vestido de camuflado. Las acciones militares están vigentes y la inversión social sigue siendo una promesa. En su lugar, los casos de corrupción se oyen con frecuencia, al punto de que las comunidades temen, desde ya, que los recursos del posconflicto se queden “en el camino”, en manos de intermediarios. Por eso, piden tener mayor veeduría sobre estos fondos y así evitar que la paz esté en riesgo.

Monitoreo y acompañamiento en zona de conflicto

La Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia de la Organización de los Estados Americanos (Mapp-OEA) ha estado en el Catatumbo desde el momento en que se desmovilizaron las AUC. En estos 13 años en la región, ha sido un actor fundamental en la visibilización de las afectaciones del conflicto armado a las poblaciones, en el monitoreo a los procesos de reparación colectiva de víctimas y restitución de tierras, así como en el acompañamiento a iniciativas comunitarias de paz.

“La gente siempre tiene la expectativa de ser escuchada”, dice María Mandova, coordinadora regional en Cúcuta de la Mapp-OEA. “Las personas tienen preocupaciones y necesidades, pero creo que una de las grandes conclusiones que nos queda es que la gente tiene muchas propuestas de cómo proyectarse y cómo seguir adelante en un Catatumbo sin conflicto armado”, señala.

Algunas de estas iniciativas de paz se presentan en Pacelli, un corregimiento que, para muchos, es modelo de resiliencia en el convulsionado Catatumbo. A través de estructuras de líderes comunitarios, los pobladores de Pacelli propusieron un modelo propio de sustitución de cultivos ilícitos. El año pasado también socializaron un manual de convivencia que busca ponerles freno a los accidentes de tránsito y que ha permitido solucionar problemas comunitarios por medio del diálogo participativo entre todos sus habitantes. Aquí estuvo presente este organismo internacional brindando asesoría y apoyo.

Como un actor presente en la zona, la Misión también ha conocido y llamado la atención del Gobierno Nacional sobre casos recientes que han herido de manera profunda a las comunidades. Uno de estos es la desaparición forzada del líder comunal Henry Pérez, en La Gabarra, de quien no se tienen noticias desde el 26 de enero del año pasado. Este hecho ha conmocionado a la comunidad, que ha marchado y le ha pedido al Gobierno celeridad en las investigaciones, así como acompañamiento a las estructuras comunitarias locales.

La movilización comunitaria para exigir medidas urgentes y concretas en el caso de Pérez es ejemplo de cómo el renovado impulso de conseguir una paz estable empieza por poner fin al silencio y la impunidad. Aun así, los pobladores siguen sin respuestas sobre el paradero del dirigente comunal.

“Es un gran líder. Este tipo de hechos no se deben repetir en nuestro territorio, donde queremos es paz. Es muy doloroso”, le dijo a EL TIEMPO una mujer del corregimiento, que conocía la labor comunitaria de Pérez.

¿Por qué hay presencia de la Mapp-OEA? Por solicitud expresa del Gobierno Nacional de realizar misiones de monitoreo y apoyo en zonas de conflicto. Sus alertas, el conocimiento de los territorios y la confianza conseguida en el trato cercano con las comunidades permiten dar lectura de cómo avanzan las regiones en conflicto y su camino en búsqueda de la paz.

Al día siguiente de la firma del acuerdo de paz en Cartagena, el Gobierno expresó públicamente su deseo de que la Misión continúe en el país aportando al proceso de paz. Con dicho fin, extendió su presencia hasta diciembre del 2018, encargándole a su vez nuevas funciones en la etapa de posconflicto, que constituyen un aporte al fortalecimiento del proceso en cuanto implican acciones de monitoreo y acompañamiento en zonas del país que son de la mayor importancia. Esto se logra gracias al apoyo económico y político de los diversos países donantes de la Mapp-OEA.

El panorama en una región como el Catatumbo es complejo. Aunque las Farc, presentes en la zona, están próximas a iniciar la entrega de armas tras consolidarse el proceso de paz con el Gobierno, otros grupos ocupan y controlan el lugar.

Roberto Menéndez, el jefe de la Mapp-OEA, señaló en noviembre que sus equipos en las regiones vienen constatando que las zonas de las que se están retirando las Farc están siendo copadas por otros actores armados ilegales.

“Es muy difícil determinar si dichas dinámicas obedecen a una ‘cesión oficial de territorios’, por expresarlo de alguna manera. Lo que sí se ha logrado identificar son reconfiguraciones en los territorios. Las evidencias de dichos reacomodamientos son percibidas por las comunidades por la aparición de grafitis, presencia física y convocatorias a reuniones con pobladores”, le dijo Menéndez a EL TIEMPO.

Y esto es lo que las comunidades quieren que las autoridades locales y nacionales tengan en sus radares, para evitar que la violencia se perpetúe en la zona con nuevos rostros. También para reiterar la esperanza y necesidad de avanzar hacia una paz completa, que dé pronto inicio al anunciado proceso con el Eln y que busque una salida negociada con el reducto del Epl, conocido aquí como ‘los Pelusos’.

Entretanto, mientras avanzan las iniciativas gubernamentales para desarmar grupos a través del diálogo y de la ofensiva militar contra las demás estructuras ilegales, en terreno la gente deja entrever un arma poderosa contra la guerra enquistada en su región, y esta es su esperanza.

“Aquí estamos totalmente dispuestos a dejar la coca, que tanto daño nos ha hecho. Estamos dispuestos a ayudar. A unirnos. A buscar que los grupos armados salgan del territorio. Solo necesitamos mejorar la comunicación con el Gobierno y que este, por primera vez, llegue aquí sin promesas electorales. Que nos ayude a sacar los cultivos de cacao porque no hay vías, o que los niños tengan colegios. Juntos podemos lograrlo”, señala un hombre en Versalles, un punto cercano a Caño Indio, que en un principio se planteó como una de las zonas veredales para que las Farc se agruparan y dejaran las armas.

Una misión de paz como esta emite radiografías del conflicto y crea espacios de confianza y diálogo en zonas donde incluso la prensa ve restringido su trabajo por la violencia. Pero también acompaña los procesos que llenan de esperanza a las comunidades que se resisten a la guerra y anhelan conseguir la paz completa con todos los grupos armados.

Aquí, en el Catatumbo, cada vez son más quienes comienzan sus días con la ilusión de ver sus montañas sembradas de cacao, de tener sus vías pavimentadas y de que la educación de calidad llegue a sus niños. Ese día está cerca, porque los primeros pasos ya están dados: creen y trabajan por él.

EL TIEMPO
*Por invitación de la Mapp-OEA

El Espectador: “Ataques contra líderes no se desvinculan del conflicto”, MAPP-OEA

26 enero, 2017

De acuerdo con la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia, la tendencia de esta violencia no cesará fácilmente, pudiendo afectar la implementación del proceso de paz.

Las versiones sobre lo que ocurrió aquella madrugada son varias. Se ha dicho, por ejemplo, que a las 4:00 a.m. Henry Pérez salió de la finca de su vecino, en la vereda Trocha Ganadera -del corregimiento La Gabarra, en Tibú, Norte de Santander- rumbo a la de su hermana, en donde tenía pensado pasar la mañana trabajando en una plantación de limón. Se dice también que en algún momento de la jornada Pérez argumentaba que tenía que cumplir una cita con el dueño de otro predio cercano.

Lo cierto es que ese fue el último día en que alguien vio a Henry Pérez. Fue hace exactamente un año, el 26 de enero de 2016, y desde entonces nada se sabe de la suerte del líder comunitario reconocido por su trabajo en la región del Catatumbo. Ningún grupo armado ha dicho tenerlo en su poder, su familia no ha recibido pruebas de supervivencia como tampoco llamadas para pedir recompensa. Su caso, con el paso del tiempo, se convirtió en uno más de los ya varios líderes desaparecidos en el país.

Pérez venía adelantando en la región múltiples proyectos productivos y ganaderos, y había sido certificado como conciliador en equidad e impulsor al proceso de reparación colectiva de La Gabarra. Incluso la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia (MAPP-OEA) venía trabajando con él en el proceso de reparación colectiva de La Gabarra, en el diagnóstico de afectaciones de su comunidad, iniciativas de proyección comunitaria y resistencia pacífica, como el Festival por la Vida.

Por eso la MAPP-OEA ha hecho seguimiento del caso, preocupada también ante el difícil panorama que enfrentan los líderes sociales en el país. “Hemos observado que no ha habido avances sustanciales en la identificación de los autores o del paradero actual de Henry Pérez, lo cual nos preocupa. Además, su esposa y los miembros de la junta de acción comunal de La Gabarra han recibido reiteradas amenazas para que no lo sigan buscando ni exigiendo su liberación. El silencio, la impunidad y la revictimización no son una opción cuando el Catatumbo y el país avanzan en un proceso de paz con las Farc y vislumbran otro con el Eln”, manifiesta Roberto Menéndez, jefe de la MAPP-OEA, quien insiste en que la tendencia de violencia contra los líderes no cesará fácilmente y que hay demora en la investigación de estos hechos y en la implementación de políticas que garanticen la protección de los líderes en los territorios.

El monitoreo permanente que realiza la MAPP-OEA a las condiciones de seguridad en los territorios más afectados por el conflicto y la criminalidad le ha permitido realizar varios hallazgos basados en las percepciones recogidas durante el proceso. Por ejemplo, en 2016, la Misión conoció más de 100 casos de agresiones contra líderes sociales, principalmente amenazas, homicidios, desapariciones forzadas, atentados y desplazamientos. El perfil de las víctimas no es homogéneo (hay campesinos, comunales, indígenas, afros y reclamantes de tierras), aunque es evidente que en todos los casos se trataba de personas que realizaban una labor de denuncia.

Para la MAPP-OEA se trata de un fenómeno complejo cuyas causales varían dependiendo de los factores que se conjugan en el territorio: salida de las Farc de las zonas de presencia histórica; el reacomodo de otros grupos armados que buscan controlar esos territorios y las economías ilegales; tensiones entre viejos y nuevos liderazgos que surgen en el marco de la implementación de los acuerdos, y retaliaciones contra quienes respaldan el proceso.

La Misión encontró, además, que la responsabilidad de las agresiones también varía. Por ejemplo, en territorios como el sur de Córdoba y el Urabá antioqueño se identifica como responsables a las ‘bacrim’ o grupos armados organizados, como el clan del Golfo.

Para Menéndez, se trata de casos que tienen patrones similares y por ello no hay que abordarlos como hechos separados. “Estos casos de violencia, así como las consecuentes investigaciones, no pueden estar desvinculados del contexto del conflicto. Se trata de una serie de afectaciones que se están generando en cortos períodos y contra personas con roles sociales similares de denuncia y visibilización de afectaciones (…). Estos crímenes son un riesgo y una amenaza para la paz, de esto no tenemos ninguna duda”, concluye.

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El Espectador: Alcaldes del Catatumbo hicieron declaración pública para trabajar por la paz

24 octubre, 2016

img-20161024-wa0024Los alcaldes de los municipios de El Tarra, Teorama, Convención, Tibú, San Calixto, Ábrego, La Playa, El Carmen, Ocaña y Hacarí, cuyas localidades están colocadas por la historia en el ojo del huracán del conflicto colombiano, decidieron entregarse al servicio de la vida de los habitantes del Catatumbo y, mediante un documento suscrito públicamente, se comprometieron a luchar por la grandeza de sus pueblos y terminar los señalamientos y prevenciones que hay contra ellos y  meterse  a fondo en la construcción de paz hasta que termine la violencia. Continue reading “El Espectador: Alcaldes del Catatumbo hicieron declaración pública para trabajar por la paz”

Más mujeres, más paz territorial en Colombia

13 marzo, 2016

foto 5Cada vez más, las colombianas lideran procesos de construcción de paz en sus corregimientos, municipios y departamentos. A propósito del Día Internacional de la Mujer, la MAPP-OEA presenta aquí la forma en que cinco organizaciones de mujeres celebraron en clave de  equidad, igualdad y participación.

En el Cesar, encuentro de mujeres campesinas, indígenas y negras

foto3En el municipio de Badillo, se reunieron 60 mujeres del departamento del Cesar que hacen parte de la Asociación Nacional de Mujeres Campesinas, Indígenas y Negras de Colombia (ANMUCIC). Ellas llegaron desde distintas áreas rurales para capacitarse en empoderamiento y participación política.

Como parte del proceso, intercambiaron historias de vida en el marco del conflicto armado y compartieron experiencias sobre calidad de vida, defensa de derechos y participación activa en la toma de decisiones, así como los retos que aún enfrentan en este sentido. Este espacio de encuentro también sirvió para fortalecer las alianzas entre las iniciativas que ellas lideran en sus poblaciones, como proyectos productivos, comunitarios y de construcción de paz.

Esta organización nacional, de la que hacen parte mujeres víctima de 20 departamentos, logró ser reconocida como sujeto de reparación colectiva, lo que contribuye a garantizar medidas de restitución, compensación y no repetición por parte del Estado colombiano.

En Córdoba, Mesa de Mujeres con Visión de Paz de Montería

IMG_-gxsj2wA través de actividades lúdicas como obras de teatro, canto, baile y lectura de poesía, las mujeres que agrupan esta Mesa señalaron que sus derechos continúan siendo violados, especialmente en el marco del conflicto armado. Por esto, destacaron también el rol fundamental que cumplen en la construcción de la paz territorial.

La Mesa es una iniciativa de las mujeres cordobesas quienes, con el acompañamiento de la Corporación Taller Prodesal, vienen fortaleciéndose desde el año pasado e impulsando la creación de mesas similares en varios municipios de Córdoba, así como de una mesa departamental. El fin último es incidir en la agenda política, con la creación de programas y políticas que garanticen los derechos de las mujeres y generen cambios culturales sostenibles.

En este sentido, las mujeres que conforman las mesas han realizado propuestas para la elaboración de planes municipales y departamentales de desarrollo, y esperan continuar con su incidencia durante este año 2016.

En Arauca, talleres con Asociación Amanecer de Mujeres

IMG_uvw3lDurante dos días, 26 mujeres de la Asociación AMAR (Amanecer de Mujeres por Arauca) participaron en un taller de planeación y formulación de proyectos, a través de la metodología de marco lógico.

Ellas desarrollaron capacidades para idear, planear y gestionar sus propias iniciativas de manera estructurada. Así mismo, intercambiaron comentarios sobre la viabilidad de realizar proyectos productivos y comunitarios puntuales.

Estos talleres contribuyen a empoderar a las mujeres de Arauca, pues les ofrece herramientas de planeación, comunicación y negociación, indispensables para que participen activamente en los escenarios políticos y económicos de Arauca.

En el Cesar, “Café con voz de mujer”

IMG_nf1v8wCon el fin de reclamar compromiso del Gobierno frente a la ejecución de la Política Pública de la Mujer, creada hace cinco años, voceras de organizaciones y campañas en favor de las mujeres en Valledupar participaron en una rueda de prensa con los principales medios regionales.

En este espacio con periodistas, las lideresas de organizaciones también se pronunciaron sobre otras problemáticas que enfrentan las mujeres de la región de cara al posconflicto, como el desplazamiento, la violencia sexual y el reforzamiento de estereotipos que a su vez contribuyen a ampliar los escenarios de vulnerabilidad.

Para contribuir a generar soluciones prácticas, las voceras anunciaron que este espacio de diálogo con los medios de comunicación será permanente. También informaron que el próximo 9 de abril realizarán un plantón en el corregimiento de Badillo para rechazar los feminicidios.

En Norte de Santander, mujeres de La Gabarra dijeron ‘NO a la guerra’

IMG_-m01vjtEn un encuentro liderado por la Asociación de Juntas de Acción Comunal y la Defensoría del Pueblo de Norte de Santander, mujeres de distintas edades se unieron en un acto simbólico para rechazar los terribles actos de violencia de los que ha sido víctima esta población durante las últimas décadas.

En este espacio, las mujeres celebraron la vida y los espacios de participación que han logrado crear para aportar en la  construcción de la paz para su departamento.