Así fue la Escuela de Liderazgo del proyecto “Comunidades camino a la justicia”

9 marzo, 2022

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Organizaciones de víctimas en Antioquia, Arauca, Caquetá, Chocó, Córdoba, Guaviare, Nariño y Norte de Santander participaron en escuelas de liderazgo para fortalecer sus habilidades en mecanismos judiciales, de prevención y protección de violencias, de la mano de la institucionalidad local, regional y nacional.

Luego de presentar sus informes ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) en diciembre de 2021, las ocho asociaciones de víctimas del proyecto “Comunidades camino a la justicia” también participaron de escuelas de liderazgo en los territorios, con el apoyo del Gobierno de Alemania y la MAPP/OEA.

Quienes participaron de estas escuelas fortalecieron sus capacidades existentes y encontraron nuevas herramientas para acceder a la justicia y aportar a la lucha contra la impunidad. A la par, en cada territorio los talleres se enfocaron en asuntos específicos según las necesidades de cada asociación o comunidad.

A la Mesa de Víctimas de Anorí el tema que más les entusiasmó fue el de mecanismos para la defensa y protección de los Derechos Humanos, pues consideran que la tutela, las acciones de grupo populares y los derechos de petición, entre otros, son herramientas útiles para para proteger y garantizar los derechos de aquellas comunidades que representan.

Néstor Torres, Coordinador de la Mesa de Víctimas de Anorí, destaca el alcance que tuvo la Escuela en otros municipios del departamento, pues “se logró articular a las mesas de víctimas de Campamento, Angostura, Yalí, Amalfi y Guadalupe para que sus integrantes también llevaran estos aprendizajes a sus municipios”.

Con el Pueblo Hitnü, en Arauca, la Escuela se realizó en tres momentos: un encuentro intergeneracional en el que participaron diferentes asentamientos, un diálogo intergeneracional para profundizar en la experiencia de construcción de los reglamentos internos de cada resguardo, y un momento enfocado en los mecanismos de autoprotección. También se facilitó la reactivación del diálogo entre los distintos asentamientos y clanes, además de que se dieron reencuentros con comunidades que sufrieron desplazamiento y habían perdido contacto con su pueblo.

El profesor del Pueblo Hitnü y participante de la escuela, Darwin García, destaca que se generaron espacios para intercambiar conocimientos ancestrales que incluyeron cantos, fogatas, tejidos y juegos deportivos, lo que fortaleció los liderazgos y los lazos comunitarios.  

En la Escuela de Liderazgo con el Pueblo Korebaju se promovieron constantemente las prácticas ancestrales, generando espacios de armonización donde se establecieron lazos de confianza entre el equipo de la MAPP/OEA y los integrantes de este pueblo. Todos los grupos poblacionales participaron, lo que permitió la apropiación de aprendizajes en las diferentes generaciones del pueblo, así como el protagonismo de jóvenes y mujeres en espacios de toma de decisiones. En resumen, esta Escuela ha dejado al Pueblo Korebaju con muchas ganas de seguir trabajando y de participar en escenarios de toma de decisiones, importantes para su pervivencia y su historia.

“Fue una experiencia muy bonita porque fue una oportunidad para que las mujeres hablaran”, destaca Gonzalo Gasca, líder del Pueblo Korebaju.

La Escuela de Lideresas en Chocó, con el colectivo La Juntanza, fue la única escuela exclusiva para mujeres dentro del proyecto. Tuvo el objetivo de llegar a las subregiones del Chocó de manera itinerante mediante espacios de diálogo y reflexión sobre temas como el empoderamiento de las mujeres, los primeros auxilios psicológicos y la autoprotección feminista. A través de la Escuela, las mujeres se fortalecieron como lideresas y se formaron para reaccionar ante diferentes situaciones de crisis que se puedan presentar en el territorio o en escenarios hostiles tales como las etapas judiciales avanzadas en la JEP, además de que aumentaron sus niveles de sororidad.

Arlenis Moreno, integrante de La Juntanza del Chocó y participante de la Escuela señaló que: “Me gustó mucho porque aprendí muchos temas que yo no conocía, como las funciones de una lideresa. Además aprendí a defenderme y a ayudar a una compañera que ha sido maltratada”.

Los espacios de formación con la Mesa de Víctimas de Montelíbano se desarrollaron en Tierradentro, en articulación con la Defensoría Regional del Sur de Córdoba. Entre los temas abordados, el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y Garantías de No Repetición y las violencias basadas en género fueron los que más llamaron la atención entre los participantes. Según ellos, la Escuela se convirtió en un escenario de encuentros e intercambio de ideas, en una vía para visibilizar el territorio, y en una instancia para fortalecer la interlocución con entidades estatales. También, posibilitó la reflexión y análisis de problemáticas, ya que se brindaron herramientas para pensar desde distintas perspectivas y poder abordar las situaciones que se presentan en los contextos rurales.

“He aprendido sobre los derechos que tenemos como mujeres, esa es la parte que más me ha gustado porque no tenía tanto conocimiento sobre esto. Todos los temas han sido muy buenos, no solamente desde lo personal, sino para poder ayudar a la comunidad”. Yamilde Mildred Ensuncho, participante en Córdoba.

La Escuela de Liderazgo con la Asociación de Mujeres Víctimas de Desaparición Forzada del Guaviare, ASOVIG, se desarrolló con hombres y mujeres de diferentes edades y municipios del Guaviare. Igual que en otros territorios donde tuvo presencia el proyecto, uno de los temas que más llamó la atención fue el de los mecanismos de protección de derechos y control social, pues permitió a los participantes empoderarse como ciudadanos, fortalecer su autonomía y activar canales de acceso de la justicia. Fue, además, una oportunidad de estrechar lazos entre la comunidad y la institucionalidad.

“Algo valioso e importante que yo aprendí fue saber a dónde dirigirme, a qué entidades, para yo poder averiguar por el caso de los desaparecidos. Me parece que eso es algo muy importante para nosotras las víctimas, porque estábamos ignorando muchas cosas”. María Nuri Quintero, integrante de ASOVIG.

En La Victoria, corregimiento de Ipiales, en Nariño, la Escuela se desarrolló con la Asociación Victoria en Paz, a través de un ejercicio de concertación comunitaria y de gestión de alianzas interinstitucionales. Allí se realizó un diplomado en políticas públicas en conjunto con la Defensoría Regional del Pueblo y un seminario de profundización.  Entre las temáticas que más han interesado a la comunidad de este territorio se detacan la justicia ambiental, la justicia con enfoque de género, y la formulación y gestión de proyectos comunitarios.

“En la Escuela de Liderazgo La comunidad ha cambiado en la manera de hacer valer sus derechos y ha permitido que podamos hacer planes de acción para el desarrollo de nuestro territorio” Mónica Ávila, integrante del grupo de jóvenes de La Victoria.

La Nación Barí, en Norte de Santander, realizó actividades de identificación y afectación del territorio y la ubicación de ancestros, entre otros, debido a que por muchos años el conflicto armado les impidió desarrollar sus actividades culturales regulares. Este pueblo indígena escribió “El cuaderno de la memoria” en el que registró hechos determinantes, pues como parte del proyecto la comunidad identificó que habían olvidado fechas, datos, lugares y situaciones importantes ocurridas en su territorio.

Para Cesar Abitubayeya, integrante del pueblo y participante de la escuela: “La importancia de esta Escuela es formar a la juventud y a los niños; que ellos recuerden el esquema de justicia propia, en la vida cotidiana y en el Pueblo Barí”.

La MAPP/OEA sigue apostando por el fortalecimiento de los liderazgos y sigue acompañando a las víctimas del conflicto armado en su acceso a la verdad, justicia, reparación y no repetición, entendiendo que la garantía de estos derechos es fundamental para la construcción de una Paz Completa.  La Misión agradece la generosidad del Gobierno de Alemania para desarrollar este proceso, y resalta el interés y el esfuerzo continuo de las comunidades para apropiar este proceso de formación.